El actual edificio está cerrado en sí mismo, no dialoga con la ciudad, no invita a ser recorrido por lo que los espacios sin atractivo, hacen que la vida del mercado acabe muriendo.

Se busca que le gente en vez de rodear el mercado quiera atravesarlo por sus grandes calles y quiera quedarse en él. El edificio así forma parte del tejido urbano que compone la ciudad. Valorizamos de manera igualitaria todos los puestos creando “calles” y “plaza” que invitan a interactuar con el mercado.

Se abre el edificio a la calle y su dinamismo. Este cambio permite que entre luz y vida al edificio creando una relación entre calles que permite el tránsito por él, en lugar de rodearlo. Entre estas vías habrá una grada, un elemento de unión entre plantas, haciendo que todo el edificio se relacione entre sí y que, además de la gente, los usos de los puestos también se relacionen unos con otros.

Un lugar de encuentro con actividad, no de puro tránsito, formando parte de la vida ciudadana. Potencia la relación entre el interior y el exterior del mercado, los pasos a través del mercado conectando las distintas partes del barrio, generando conexión social.